La palabra hogar está emparentada históricamente con la palabra hoguera desde los días en que la intemperie amenazaba a la especie humana con el frío y la oscuridad. En esos tiempos primitivos, los que pertenecían al clan tenían la suerte de acudir a la fogata para calentarse y protegerse, y también tenían el deber de proteger y velar por sus compañeros. Así, ese diminuto punto de luz en la infinita orfandad de la noche se hizo sinónimo de familia.
La discutida y trillada idea de que la familia es la base de la sociedad no debe desdeñarse por el simple hecho de no tratarse de una frase reluciente dentro del discurso moderno. Quizá, en cambio, habría que invitar a repensar el concepto de familia para que pueda ampliarse y adaptarse a nuestros tiempos. En este sentido, la familia, entendida como cualquier grupo de personas unidas por un sentido de parentesco y pertenencia, sigue siendo de gran importancia para el bienestar de los individuos.
Los siglos han pasado, los depredadores han cambiado, y la complicada civilización que hemos levantado para mantenernos a salvo nos ha traído otras dificultades. Las adicciones (a sustancias, juegos o tecnologías) son hoy una de nuestras mayores amenazas, y la familia sigue siendo el sitio más seguro al cual acudir para estar protegidos. La invaluable labor de la familia frente al problema de las adicciones se puede dividir en dos grandes tareas: prevención e intervención.
Prevención
Esta es, en realidad, la mejor de las armas para combatir las adicciones. Los miembros que cumplen la función de tutores dentro de la familia tienen la oportunidad de adelantarse a la aparición de las amenazas. La familia puede educar sobre los riesgos que tienen ciertos hábitos y también entrenar a los aprendices para que sepan cómo lidiar con la presión social a la que se enfrentarán en el futuro.
Es cierto que la personalidad también es un factor importante para que un individuo sea más propenso a caer en algún vicio, pero las probabilidades se reducen claramente si cuenta con un entorno familiar saludable.
Intervención
Si aún con la prevención no es posible evitar que algún ser querido caiga en un ciclo de adicción, los familiares deberán afrontar la situación con valor y guiar al ser querido para que reconozca su enfermedad y acepte ayuda. Es muy común que el adicto no sea capaz de ver que tiene un problema, por lo que suele tomarse la preocupación de su familia como una intromisión exagerada en su vida personal. Para facilitarle el reconocimiento de la situación, se le debe mostrar cuándo su hábito le ha hecho desplazar sus responsabilidades o cómo su conducta está deteriorando su salud y su relación con otros.
En Help Adicciones somos muy conscientes del papel decisivo que cumple la familia en el proceso de prevención y recuperación de los adictos, y contamos con una Fundación que orienta a los familiares y los dota de herramientas para afrontar el problema de la adicción de un ser querido.
También hemos desarrollado una Guía básica para luchar contra las drogodependencias, en la que explicamos cómo reconocerlas y qué hacer con ellas.